domingo, 12 de febrero de 2012

A las Fuerzas Militares y de Policía .

Con copia conjunta al pueblo colombiano


El cadáver disecado del cabo del Ejército Raúl Antonio Carvajal Londoño ha sido paseado por todo el país durante cinco años, por quien en vida fuera su padre, Raúl Antonio Carvajal Pérez, y exhibido en diferentes lugares con el propósito de llamar la atención, protestar y reclamar justicia. La denuncia sostiene que el cabo fue asesinado por el propio Ejército, por haberse negado a participar en crímenes ordenados por sus superiores.

Como es apenas de esperar, nadie ha puesto cuidado al caso. Ni el anterior Presidente Uribe, ni el actual Presidente Santos, quienes por propia conveniencia y por conseja de los mandos militares consideraron al pobre padre un desequilibrado mental. La versión oficial asegura que el cabo murió en enfrentamientos con las FARC en el curso de una operación llamada Serpiente, entre los municipios de El Tarra y Tibú en el Norte de Santander.

En Colombia mienten de común acuerdo el alto gobierno, la cúpula militar y la gran prensa. Pretenden hacer creer al resto de la población que los soldados y policías son verdaderos héroes, hombres nobles que se preocupan por llevar el bien y la tranquilidad al resto de sus compatriotas. Por sobre todo, les interesa que se lo crean los propios soldados y policías. Para que se hagan matar en cumplimiento de sus misiones. Entre más muertos, más héroes podrán exaltar.

Entre más soldados o policías mutilados por minas tengan para mostrar al resto de sus hombres, más odio lograrán despertar hacia los guerrilleros y milicianos que responsabilizan por eso. Y entre más odio sientan policías y soldados, más dispuestos estarán a cumplir sin piedad las órdenes de matar y despedazar a sus adversarios. Soldados y policías aprenden así, al costo de sus propias vidas y órganos, a creerse ángeles enviados por Dios para salvar el mundo de la gente mala.

Y la gente mala que se les enseña a ver, es el pueblo que reclama por causa de la injusticia. Con los nombres que sea: terroristas, revoltosos, extremistas. El caso es que vean que toda esa gente que celebra reuniones para tratar problemas de su comunidad, que sale a las marchas y protestas, es gente mandada por la guerrilla, idiotas útiles, sapos que merecen ser destripados. Así las cosas, los héroes más aplaudidos serán los que más sirvan para perseguir y matar a su propio pueblo.

Según la Fiscalía General de la Nación hay más de tres mil casos de falsos positivos para investigar, en los que aparecen comprometidos 3.963 militares. Falsos positivos llaman los casos de asesinatos cometidos contra civiles inocentes, a quienes se hizo pasar por guerrilleros muertos en combates, cuyo más alto porcentaje se presentó durante los dos gobiernos de Uribe. Oficiales al mando concebían el plan y contaban con suboficiales y tropas para ejecutarlos.

Más de cuatro millones de colombianos resultaron desplazados de sus tierras, tras una aterradora ola de masacres ocurridas en sus regiones por grupos paramilitares que operaban con la complicidad y la protección de mandos policiales y militares. Generales de la República como Harold Bedoya, Jorge Mora Rangel y Mario Montoya se encuentran implicados en investigaciones judiciales por su colaboración con esos grupos.

Otros, como Rito Alejo del Río, no han podido ser condenados porque todos los testigos en su contra fueron asesinados. Uno de ellos era el soldado Jesús Giraldo Yepes, acribillado en abril de 2005 en Yarumal, Antioquia. Otro era Juan Manuel Ortiz Matamoros, uno de los pilotos que llevó paramilitares a Mapiripán desde Urabá, asesinado el 9 de julio de 2001 en Villavicencio.
Es decir, militares que decidieron confesar lo que sabían.

Pero hay más investigaciones: Teniente Coronel Javier Escobar Martínez, jefe de operaciones de la Tercera Brigada del Ejército, recibía dinero para proteger red de narcotraficantes; Teniente Coronel Álvaro Quijano Becerra, comandante de Operaciones Especiales, le entregó información clasificada al jefe de seguridad de don Diego; Manuel Wilmer Mora Daza, segundo comandante del Batallón de Comandos Especiales de Tolemaida, entregó pertrechos y minas explosivas a los narcotraficantes; Mayor John Hernando Morales Almanza, jefe de operaciones del Batallón Vencedores de Cartago, Valle del Cauca, entregó logística y uniformes a narcotraficantes; Coronel Bayron Carvajal, comandante del Batallón de Alta Montaña, en Jamundí, Valle, asesinó 10 policías en una operación simulada para hacerles un favor a los narcotraficantes.

Las tropas pierden sus pies arrancando matas de coca, mientras sus mandos trabajan a sueldo para los jefes mafiosos. Y más encima se les hace creer que son héroes. Para que salgan inflados y carapintados a atropellar y matar gente humilde. Lo peor es que aquel que no quiera prestarse para eso, o que intente denunciarlo, será convertido en víctima por orden superior.

Es tan sucia la descomposición que se apoderó de las fuerzas militares y de policía, que hasta el teniente violador y asesino de Tame, Arauca, es defendido con todo el poder, la influencia y el dinero del Ejército, porque no pueden dejar que se manche el nombre de la Institución. Y eso pese a que Medicina Legal comprobó que el semen hallado en los cuerpos de las niñas violadas tenía el ADN de ese teniente. Hasta la jueza terminó asesinada y de eso culparon de una vez al ELN.

La mentira más grande que le quieren meter al país, es que las fuerzas armadas no tienen un marco jurídico que les permita operar en una situación de guerra como la colombiana, por lo que requieren reformas a la Constitución que les garanticen operar sin miedo a que los metan injustamente a la cárcel. En realidad lo que quieren es que la Constitución y las leyes impidan que se puedan investigar y sancionar sus crímenes y barbaridades, que los altos mandos hoy implicados, puedan liberarse impunemente de sus procesos y condenas.

Soldado, Policía, si aún no se ha dejado lavar del todo el cerebro a cambio de una paga miserable, piense bien en lo que en realidad lo tienen haciendo.
No lo permita más, enfréntelo, sea honesto.

.Casi a diez meses de encarcelamiento en Colombia
Compañero

Joaquín Pérez Becerra
Convocamos a concentrarnos éste Miércoles 15 de febrero, 
a las 17.00 horas
Frente a la Embajada de Colombia en Estocolmo.
Embajada de la injusticia y el narcoparamilitarismo
LLevaremos las mascaras de Joaquín y un bosque de banderas de nuestro continente libre de Santos, Piñeras y yanogonas las mascaras de Joaquín y

Libertad para Joaquín
Nos vemos el miércoles, sin falta!

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